La Educación en el Militarismo
Una mirada al marco
Internacional
En la segunda mitad del S. XIX, el mundo industrializado del
que Inglaterra forma parte desde el siglo anterior por el proceso conocido como
Revolución Industrial, entra en una nueva etapa.
El desarrollo de la Revolución Industrial y del sistema
capitalista trajo aparejado, transformaciones en el comercio, incremento de las
modalidades financieras y la aplicación de las políticas imperialistas.
La industria a medida que introduce nuevas tecnologías
produce cada vez mayores volúmenes de producción. Esto generó nuevas
necesidades: por un lado, más capital para pagar: maquinaria, materia prima,
investigación tecnológica y mano de obra especializada; por otro lado, acceder
a nuevos mercados para extraer mayor cantidad de materias primas, vender
productos manufacturados y colocar el capital excedente.
Los mecanismos que utilizó Inglaterra para obtener mayor
capital y conquistar nuevos mercados se basaban en el liberalismo económico que
sostenía como principios:
- La propiedad privada sin límites, como posibilidad de que el hombre lograra su felicidad, para esto se daba seguridad legal frente a los delitos contra la propiedad.
- Libertad plena de las actividades económicas: industria, comercio y contratación laboral regulados por la oferta y la demanda.
Debido al desarrollo de la banca aparece un capitalismo
financiero producto de la fusión del capital industrial con el bancario que
controlará la vida económica de los estados.
Durante este período, la prosperidad no fue continua y
ascendente, sino que hubo alternancia de períodos de prosperidad y de
depresión.
En las tres últimas décadas del S.XlX, Inglaterra se había
convertido en el centro comercial, industrial y financiero del mundo.
Desde el punto de vista comercial, era intermediaria con el
resto de los continentes, fijando los precios de los productos, disponiendo de
los fletes, de los seguros y de importantes inversiones financieras, la mayoría
en el exterior.
La modernización en Uruguay
Uruguay comenzó a desarrollar una serie de transformaciones
a mediados del siglo XIX que derivaron de:
- Una grave crisis interna, consecuencia de las guerras civiles que impedían en desarrollo económico.
- Una situación internacional, en la que las economías europeas, exigían mayor cantidad y calidad de materias primas y nuevos mercados para colocar capitales y productos.
El acontecimiento del período es el crecimiento demográfico
que pasó de 132.000 habitantes en 1852 a 385.000 en 1868. El aumento de la población trajo como
consecuencia el desarrollo de la industria de la construcción, la navegación,
la actividad portuaria y el comercio. Una originalidad fue el “comercio de
tránsito”; debido a que Montevideo era el intermediario, por su puerto, entre
las Provincias del Litoral, Paraguay y Río Grande, con Europa.
Este comercio alcanzó su auge con la guerra del Paraguay
debido a la gran cantidad de mercadería que se necesitaba para el sustento de
las tropas. Esto fortaleció a los comerciantes, que se dedicaban a la
importación para satisfacer los gustos europeos de la población local.
En 1861 se fundaron las fábricas Liebig y Trinidad, y se
impuso otra forma de explotación de la carne, mediante la conservación. Se
hacía extracto de carne y corned beefd en base a carnes cocidas y enlatadas.
Estos productos tuvieron gran demanda en Europa porque eran
un buen alimento para las tropas que estaban en expediciones en Asia y África.
Hacia 1852 el país tenía unos 800 mil ovinos, pero para 1862
pasaban los 17 millones. Este aumento fue llamado “la revolución lanar” y
provocó un cambio radical en la economía rural.
Causas del aumento:
- Mayor demanda de los mercados europeos, ya que el primer proveedor del mundo (Estados Unidos) se encontraba inmerso en la Guerra de Secesión y había bajado su producción.
- Los estancieros, en especial los de origen europeo se dedicaron a la cría de ganado lanar por ser más resistente a las inclemencias del tiempo.
- Descenso del precio del ganado vacuno en los mercados mundiales.
- Mayor rendimiento por hectáreas, cuatro veces mayor que el ganado bovino.
- Se produjo la cría conjunta de vacunos y ovinos aumentando la riqueza de los hacendados.
- Cambió la estructura social de la campaña, debido a que el ganado ovino necesita más personal para su cuidado que el vacuno, lo que trajo como consecuencia la sedentarización de la población rural.
- Surge el estanciero – empresario, generalmente extranjero, junto al ya existente estanciero – caudillo.
- Se fortaleció la clase media rural, porque en una menor extensión de tierra o en una tierra poco fértil al criar ganado lanar rendía más.
- Le dio al inmigrante la posibilidad del ascenso social, porque a cambio de sus conocimientos sobre el ganado lanar, el estanciero le proporcionó parte de la majada, con lo que poco a poco logró obtener su propio establecimiento.
- Cambió la mentalidad del productor, que ahora exigirá orden y control para evitar la matanza indiscriminada de ovejas que constituía una nueva fuente de riqueza.
- Permitió al país diversificarse en sus productos, ahora no solo ofrecía cuero y tasajo, sino también lana.
Las crisis de 1868, 1873 y 1875 pusieron fin a un largo período de prosperidad nacional. El Estado con sus gastos exagerados, la balanza comercial desfavorable como consecuencia del pago en oro de las importaciones, y la baja de los precios internacionales de la lana y la carne, provocaron la crisis en 1868.
La salida que el Estado encontró fue conseguir dinero
prestado en el mercado interno o externo a través de la emisión de títulos de
deuda
pública, y por tanto el 47% del presupuesto se dedicó al pago de la
deuda.
Para ello se le sacó a los sueldos de los empleados
públicos, a la salud, educación y seguridad interna. Para hacer frente a esta
situación, se
tomaron diferentes medidas entre las que se destacan:
- La emisión de papel moneda sin respaldo oro.
- Medidas proteccionistas para disminuir las importaciones y desarrollar la industria nacional.
- Suspensión del pago de la deuda pública.
Cultura Bárbara
Además de los cambios en la enseñanza primaria,
en la Universidad también se llevaron a cabo adelante varias transformaciones.
Uruguay tenía una población joven: la gente moría a edades
tempranas, ya que la higiene y la medicina estaban poco desarrolladas. La
sexualidad se vivía con una gran libertad.
También tenían muchos hijos, pero la tasa de mortalidad
infantil era muy alta, lo que hacía que la muerte fuera un fenómeno común para
toda la gente. La muerte formaba parte cotidiana de la vida y se vinculaba con
la fiesta.
Cuando José Pedro Barrán (uno de los historiadores más
importantes del Uruguay) describe la cultura de aquellos años como bárbara,
hace referencia a sus características y formas de expresión. Fue una sociedad
que practicó la violencia física como forma de control. En esa sociedad los
adultos jugaban y reían tanto como trabajaban. Es más, jugaban y reían mientras
trabajaban. El estudio de Barrán dio lugar a que describiera dos etapas en la
sensibilidad uruguaya: la bárbara y la civilizada.
Los sectores populares eran bastante libres y poco
respetuosos de la autoridad (un buen ejemplo de esos grupos populares pueden
ser los gauchos).
Para las clases altas y para los inmigrantes, esas formas de
expresión mostraban primitivismo y eran improductivas y derrochadoras. A pesar
de ello, durante mucho tiempo toda la sociedad compartió esta forma de
sensibilidad.
La debilidad del poder
central
El Estado estuvo lejos de dominar el territorio nacional de
aquella época. La organización administrativa y jurídica que le daba la
Constitución de 1830 no se reflejaba en la realidad. Es que carecía de los
medios necesarios para imponer su autoridad.
Para empezar, el régimen impositivo no le proporcionaba los
recursos suficientes para montar una estructura administrativa y militar capaz
de hacer cumpliendo la voluntad estatal.
Esa incapacidad del Estado se hacía notoria, también en el
plano militar. El Estado y el ejército del Estado, tenían las mismas armas del
ejército revolucionario: caballos y lanzas. No era más numeroso ni estaba mejor
armado, ni podía, por lo tanto, ser un poder incontrastable. Habrá que esperas
hasta 1875 para que el militarismo en el poder modernice el armamento del
ejército y lo convierta paulatinamente en dominante.
Los sectores vinculados al “alto comercio” y las finanzas
reclamaron una mano fuerte que pusiera orden en la economía, y la vieron en la
figura de Lorenzo Latorre.
El gobierno de Latorre, concedió importantes privilegios a
los ferrocarriles ingleses: exención de derechos aduaneros para importar
artículos que necesitaban; exención de impuestos por cuarenta años; un pago de
24.000 libras anuales para cubrir un empréstito de 300.000 libras y cesión a la
compañía del Ferrocarril Central del Uruguay de 5.000 acciones que estaban en
su poder cuyo valor nominal era de 250.000 libras esterlinas.
Resultado del clima de seguridad que brindaba el gobierno
militarista de Latorre, esto provocó que también en ese año se reanudaran las
relaciones diplomáticas con Inglaterra.
Lo exigido por Inglaterra era lo que también exigían las
clases altas: paz, orden interno, estabilidad institucional y fiel cumplimiento
de los compromisos asumidos por el Estado Oriental.
Después del ovino, el alambrado fue el segundo elemento
transformador de la estructura económica rural. Al dividir la estancia en
potreros, las tareas de mestizaje, mejoraron, aumentando la productividad
ganadera. Se pudo implantar la cría separada o conjunta de manera rotativa, de
bovinos y ovinos. Se establecieron los potreros especiales de invernada, donde
los vacunos recibían el engorde previo a la venta. También se pudieron aislar a
los animales enfermos y evitar epidemias.
Se produjo un notorio descenso en los gastos ya que se
redujo la mano de obra, por ejemplo, los puesteros, encargados de vigilar al ganado
ya no fueron necesarios. El pequeño estanciero sin tierras desapareció ya que
no podía seguir utilizando las tierras del vecino.
El alambrado provocó la primera desocupación tecnológica en
el país, hizo innecesario el aporte de trabajo de peones, puesteros y agregados
y los fue eliminando lentamente de la estancia. Estos pasaron a vivir en los
rancheríos limítrofes de las estancias (“Pueblos de Ratas”), o emigraron a las
ciudades, viviendo en los suburbios. Toda esta mano de obra no tenía
posibilidad de reubicación en el aparato productivo.
Significó la desaparición del gaucho y la transformación de
los peones asalariados. La materia prima para las revoluciones comenzaba a
escasear.
El Hombre que se quiere
formar
Además
de las medidas mencionadas, en 1877, en el gobierno del coronel Latorre,
inspirado por José Pedro Varela, se decretó una importante reforma en la
enseñanza primaria, con el fin de disciplinar la mano de obra, volviéndola
obligatoria y gratuita y otorgándole recursos para su desarrollo. La tasa de
analfabetismo que era elevadísima, comenzó a descender. El deseo de incrementar
la actividad política de los habitantes y a la vez prepararlos mejor para el
nuevo orden económico estuvo detrás de esta transformación.
Vinculado
a la sociedad de “Amigos de la Educación Popular” desde 1868, José Pedro Varela
concretó sus ideas sobre educación en un primer libro de 1874 titulado “La
Educación del Pueblo”. En junio de 1876 presentó su proyecto de ley de
Educación Común, cuya fundamentación constituyó el libro denominado “La Legislación Escolar”.
En
esa obra analizó las causas sociales de la problemática política del país y
llegó a la conclusión de que era imprescindible elevar el nivel de la educación
si se quería superar el estado de anarquía y desorden que caracterizaba la
sociedad uruguaya. Varela proponía la creación de una Comisión Nacional de Educación que administraría la
escuela, adoptaría los textos y examinaría los aspirantes a maestros. También
se creaba la Inspección Nacional de Educación, Inspecciones Departamentales y
Comisiones de Distrito, electas por los ciudadanos, que nombrarían y
destituirían a los maestros. Se establecían los principios de gratuidad,
obligatoriedad y laicidad parcial, por cuanto las comisiones de distrito podían
imponer la enseñanza de la religión católica, aun cuando fuera de las horas de
clase y a condición de no exigir la asistencia obligatoria de los niños. El Decreto-Ley del 24 de agosto de 1877,
firmado por Latorre, recogió muchas de sus ideas, pero eliminó la
descentralización de las Comisiones de Distrito, y estableció una Dirección de
Instrucción Pública, presidida por un inspector nacional (cargo para el que fue
nombrado José Pedro Varela). Esa inspección tenía a su cargo dirigir la
enseñanza pública, nombrar y destituir maestros, adoptar textos, expedir
diplomas de maestros y crear una escuela normal para formarlo. Se declaraba
obligatoria la enseñanza pero también la religión católica en las escuelas
públicas, salvo para alumnos cuyos padres se opusieran a ello.
Al extenderse la práctica escolar fundamentalmente por los
departamentos de campaña, una consecuencia principal fue que esta se urbanizó
culturalmente y empezó a sembrarse la simiente de la consciencia cívica
republicana. Como lo quiso Varela, la expansión de la educación fue la base de
la futura democracia política.
En conclusión:
Desde sus orígenes Uruguay fue un país dependiente dentro
del dominio del Imperio inglés (siglo XIX) y de acuerdo a la división
internacional del trabajo, monoproductor, esencialmente ganadero y productor de
alimentos.
La “modernización” del país y del Estado son las
adecuaciones internas a las exigencias de los mercados externos como productor
de materias primas y para la inversión de capitales.
Este proceso coincide con la instauración de
gobiernos militares (1876-1890) y la consagración de la estructura del Estado
uruguayo, moderno y centralizado.
José Pedro Varela, conocido como el “reformador de la
Escuela Pública”, logró que el gobierno aprobara la Ley de Educación Común. En
ella se incorporan los tres principios sobre los que a partir de ese momento se
asentó la enseñanza pública en el país: educación laica, gratuita y
obligatoria. Ellos constituyeron las raíces no sólo de una sociedad moderna, sino
esencialmente democrática, que alcanza a la actualidad.
- Nahum Benjamín “Manual de Historia del Uruguay” Tomo 1: 1830-1903. Ediciones de la Banda Oriental. Montevideo, Uruguay. 2002
- Méndez Vives Enrique “Historia uruguaya 7. El Uruguay de la modernización 187-1906.”
Integrantes:
carlos Rodríguez - Maximiliano Scharf - Lucas González
3ro B
Instituto de Formación Docente "Elia Caputi de Corbacho"
Muy buen trabajo 11
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