martes, 29 de octubre de 2013

La Educación en el Militarismo


Una mirada al marco Internacional

En la segunda mitad del S. XIX, el mundo industrializado del que Inglaterra forma parte desde el siglo anterior por el proceso conocido como Revolución Industrial, entra en una nueva etapa.


El desarrollo de la Revolución Industrial y del sistema capitalista trajo aparejado, transformaciones en el comercio, incremento de las modalidades financieras y la aplicación de las políticas imperialistas.
La industria a medida que introduce nuevas tecnologías produce cada vez mayores volúmenes de producción. Esto generó nuevas necesidades: por un lado, más capital para pagar: maquinaria, materia prima, investigación tecnológica y mano de obra especializada; por otro lado, acceder a nuevos mercados para extraer mayor cantidad de materias primas, vender productos manufacturados y colocar el capital excedente.

Los mecanismos que utilizó Inglaterra para obtener mayor capital y conquistar nuevos mercados se basaban en el liberalismo económico que sostenía como principios:
  •  La propiedad privada sin límites, como posibilidad de que el hombre lograra su felicidad, para esto se daba seguridad legal frente a los delitos contra la propiedad.
  •   Libertad plena de las actividades económicas: industria, comercio y contratación laboral regulados por la oferta y la demanda. 
Debido al desarrollo de la banca aparece un capitalismo financiero producto de la fusión del capital industrial con el bancario que controlará la vida económica de los estados.
Durante este período, la prosperidad no fue continua y ascendente, sino que hubo alternancia de períodos de prosperidad y de depresión.
En las tres últimas décadas del S.XlX, Inglaterra se había convertido en el centro comercial, industrial y financiero del mundo.
Desde el punto de vista comercial, era intermediaria con el resto de los continentes, fijando los precios de los productos, disponiendo de los fletes, de los seguros y de importantes inversiones financieras, la mayoría en el exterior.

La modernización en Uruguay


Uruguay comenzó a desarrollar una serie de transformaciones a mediados del siglo XIX que derivaron de:
  •        Una grave crisis interna, consecuencia de las guerras civiles que impedían en desarrollo económico.
  •        Una situación internacional, en la que las economías europeas, exigían mayor cantidad y calidad de materias primas y nuevos mercados para colocar capitales y productos.

El acontecimiento del período es el crecimiento demográfico que pasó de 132.000 habitantes en 1852 a 385.000 en 1868.  El aumento de la población trajo como consecuencia el desarrollo de la industria de la construcción, la navegación, la actividad portuaria y el comercio. Una originalidad fue el “comercio de tránsito”; debido a que Montevideo era el intermediario, por su puerto, entre las Provincias del Litoral, Paraguay y Río Grande, con Europa.
Este comercio alcanzó su auge con la guerra del Paraguay debido a la gran cantidad de mercadería que se necesitaba para el sustento de las tropas. Esto fortaleció a los comerciantes, que se dedicaban a la importación para satisfacer los gustos europeos de la población local. 



En 1861 se fundaron las fábricas Liebig y Trinidad, y se impuso otra forma de explotación de la carne, mediante la conservación. Se hacía extracto de carne y corned beefd en base a carnes cocidas y enlatadas.
Estos productos tuvieron gran demanda en Europa porque eran un buen alimento para las tropas que estaban en expediciones en Asia y África.
Hacia 1852 el país tenía unos 800 mil ovinos, pero para 1862 pasaban los 17 millones. Este aumento fue llamado “la revolución lanar” y provocó un cambio radical en la economía rural.
       
  Causas del aumento:
  •        Mayor demanda de los mercados europeos, ya que el primer proveedor del mundo (Estados Unidos) se encontraba inmerso en la Guerra de Secesión y había bajado su producción. 
  •        Los estancieros, en especial los de origen europeo se dedicaron a la cría de ganado lanar por ser más resistente a las inclemencias del tiempo.
  •        Descenso del precio del ganado vacuno en los mercados mundiales.
  •        Mayor rendimiento por hectáreas, cuatro veces mayor que el ganado bovino.
Resultados de este cambio:
  •        Se produjo la cría conjunta de vacunos y ovinos aumentando la riqueza de los hacendados.
  •        Cambió la estructura social de la campaña, debido a que el ganado ovino necesita más personal para su cuidado que el vacuno, lo que trajo como consecuencia la sedentarización de la población rural.
  •        Surge el estanciero – empresario, generalmente extranjero, junto al ya existente estanciero – caudillo.
  •        Se fortaleció la clase media rural, porque en una menor extensión de tierra o en una tierra poco fértil al criar ganado lanar rendía más.
  •        Le dio al inmigrante la posibilidad del ascenso social, porque a cambio de sus conocimientos sobre el ganado lanar, el estanciero le proporcionó parte de la majada, con lo que poco a poco logró obtener su propio establecimiento.
  •        Cambió la mentalidad del productor, que ahora exigirá orden y control para evitar la matanza indiscriminada de ovejas que constituía una nueva fuente de riqueza.
  •        Permitió al país diversificarse en sus productos, ahora no solo ofrecía cuero y tasajo, sino también lana.

Las crisis de 1868, 1873 y 1875 pusieron fin a un largo período de prosperidad nacional. El Estado con sus gastos exagerados, la balanza comercial desfavorable como consecuencia del pago en oro de las importaciones, y la baja de los precios internacionales de la lana y la carne, provocaron la crisis en 1868.
      La salida que el Estado encontró fue conseguir dinero prestado en el mercado interno o externo a través de la emisión de títulos de deuda 
      pública, y por tanto el 47% del presupuesto se dedicó al pago de la deuda. 
      Para ello se le sacó a los sueldos de los empleados públicos, a la salud, educación y seguridad interna. Para hacer frente a esta situación, se 
      tomaron diferentes medidas entre las que se destacan:
  •        La emisión de papel moneda sin respaldo oro.
  •        Medidas proteccionistas para disminuir las importaciones y desarrollar la industria nacional.
  •        Suspensión del pago de la deuda pública. 
Las medidas afectaron a los capitalistas tanto extranjeros como nacionales que habían prestado al Estado.
     
    Cultura Bárbara
    
    Uruguay tenía una población joven: la gente moría a edades tempranas, ya que la higiene y la medicina estaban poco desarrolladas. La sexualidad se vivía con una gran libertad.
   
   También tenían muchos hijos, pero la tasa de mortalidad infantil era muy alta, lo que hacía que la muerte fuera un fenómeno común para toda la gente. La muerte formaba parte cotidiana de la vida y se vinculaba con la fiesta.
    Cuando José Pedro Barrán (uno de los historiadores más importantes del Uruguay) describe la cultura de aquellos años como bárbara, hace referencia a sus características y formas de expresión. Fue una sociedad que practicó la violencia física como forma de control. En esa sociedad los adultos jugaban y reían tanto como trabajaban. Es más, jugaban y reían mientras trabajaban. El estudio de Barrán dio lugar a que describiera dos etapas en la sensibilidad uruguaya: la bárbara y la civilizada.
   Los sectores populares eran bastante libres y poco respetuosos de la autoridad (un buen ejemplo de esos grupos populares pueden ser los gauchos).
   Para las clases altas y para los inmigrantes, esas formas de expresión mostraban primitivismo y eran improductivas y derrochadoras. A pesar de ello, durante mucho tiempo toda la sociedad compartió esta forma de sensibilidad. 
  
   La debilidad del poder central
  
   El Estado estuvo lejos de dominar el territorio nacional de aquella época. La organización administrativa y jurídica que le daba la Constitución de 1830 no se reflejaba en la realidad. Es que carecía de los medios necesarios para imponer su autoridad.
   Para empezar, el régimen impositivo no le proporcionaba los recursos suficientes para montar una estructura administrativa y militar capaz de hacer cumpliendo la voluntad estatal.
   Esa incapacidad del Estado se hacía notoria, también en el plano militar. El Estado y el ejército del Estado, tenían las mismas armas del ejército revolucionario: caballos y lanzas. No era más numeroso ni estaba mejor armado, ni podía, por lo tanto, ser un poder incontrastable. Habrá que esperas hasta 1875 para que el militarismo en el poder modernice el armamento del ejército y lo convierta paulatinamente en dominante.
   Los sectores vinculados al “alto comercio” y las finanzas reclamaron una mano fuerte que pusiera orden en la economía, y la vieron en la figura de Lorenzo Latorre. 
   El gobierno de Latorre, concedió importantes privilegios a los ferrocarriles ingleses: exención de derechos aduaneros para importar artículos que necesitaban; exención de impuestos por cuarenta años; un pago de 24.000 libras anuales para cubrir un empréstito de 300.000 libras y cesión a la compañía del Ferrocarril Central del Uruguay de 5.000 acciones que estaban en su poder cuyo valor nominal era de 250.000 libras esterlinas.
   Resultado del clima de seguridad que brindaba el gobierno militarista de Latorre, esto provocó que también en ese año se reanudaran las relaciones diplomáticas con Inglaterra.
   Lo exigido por Inglaterra era lo que también exigían las clases altas: paz, orden interno, estabilidad institucional y fiel cumplimiento de los compromisos asumidos por el Estado Oriental.

   Después del ovino, el alambrado fue el segundo elemento transformador de la estructura económica rural. Al dividir la estancia en potreros, las tareas de mestizaje, mejoraron, aumentando la productividad ganadera. Se pudo implantar la cría separada o conjunta de manera rotativa, de bovinos y ovinos. Se establecieron los potreros especiales de invernada, donde los vacunos recibían el engorde previo a la venta. También se pudieron aislar a los animales enfermos y evitar epidemias.
  Se produjo un notorio descenso en los gastos ya que se redujo la mano de obra, por ejemplo, los puesteros, encargados de vigilar al ganado ya no fueron necesarios. El pequeño estanciero sin tierras desapareció ya que no podía seguir utilizando las tierras del vecino.
   El alambrado provocó la primera desocupación tecnológica en el país, hizo innecesario el aporte de trabajo de peones, puesteros y agregados y los fue eliminando lentamente de la estancia. Estos pasaron a vivir en los rancheríos limítrofes de las estancias (“Pueblos de Ratas”), o emigraron a las ciudades, viviendo en los suburbios. Toda esta mano de obra no tenía posibilidad de reubicación en el aparato productivo.
   Significó la desaparición del gaucho y la transformación de los peones asalariados. La materia prima para las revoluciones comenzaba a escasear. 
   
   El Hombre que se quiere formar
  Además de las medidas mencionadas, en 1877, en el gobierno del coronel Latorre, inspirado por José Pedro Varela, se decretó una importante reforma en la enseñanza primaria, con el fin de disciplinar la mano de obra, volviéndola obligatoria y gratuita y otorgándole recursos para su desarrollo. La tasa de analfabetismo que era elevadísima, comenzó a descender. El deseo de incrementar la actividad política de los habitantes y a la vez prepararlos mejor para el nuevo orden económico estuvo detrás de esta transformación. 
   Vinculado a la sociedad de “Amigos de la Educación Popular” desde 1868, José Pedro Varela concretó sus ideas sobre educación en un primer libro de 1874 titulado “La Educación del Pueblo”. En junio de 1876 presentó su proyecto de ley de Educación Común, cuya fundamentación constituyó el libro denominado  “La Legislación Escolar”. 
   En esa obra analizó las causas sociales de la problemática política del país y llegó a la conclusión de que era imprescindible elevar el nivel de la educación si se quería superar el estado de anarquía y desorden que caracterizaba la sociedad uruguaya. Varela proponía la creación de una Comisión  Nacional de Educación que administraría la escuela, adoptaría los textos y examinaría los aspirantes a maestros. También se creaba la Inspección Nacional de Educación, Inspecciones Departamentales y Comisiones de Distrito, electas por los ciudadanos, que nombrarían y destituirían a los maestros. Se establecían los principios de gratuidad, obligatoriedad y laicidad parcial, por cuanto las comisiones de distrito podían imponer la enseñanza de la religión católica, aun cuando fuera de las horas de clase y a condición de no exigir la asistencia obligatoria de los niños.  El Decreto-Ley del 24 de agosto de 1877, firmado por Latorre, recogió muchas de sus ideas, pero eliminó la descentralización de las Comisiones de Distrito, y estableció una Dirección de Instrucción Pública, presidida por un inspector nacional (cargo para el que fue nombrado José Pedro Varela). Esa inspección tenía a su cargo dirigir la enseñanza pública, nombrar y destituir maestros, adoptar textos, expedir diplomas de maestros y crear una escuela normal para formarlo. Se declaraba obligatoria la enseñanza pero también la religión católica en las escuelas públicas, salvo para alumnos cuyos padres se opusieran a ello.


   Al extenderse la práctica escolar fundamentalmente por los departamentos de campaña, una consecuencia principal fue que esta se urbanizó culturalmente y empezó a sembrarse la simiente de la consciencia cívica republicana. Como lo quiso Varela, la expansión de la educación fue la base de la futura democracia política.

En conclusión:


   Desde sus orígenes Uruguay fue un país dependiente dentro del dominio del Imperio inglés (siglo XIX) y de acuerdo a la división internacional del trabajo, monoproductor, esencialmente ganadero y productor de alimentos.
   La “modernización” del país y del Estado son las adecuaciones internas a las exigencias de los mercados externos como productor de materias primas y para la inversión de capitales.
   Este proceso coincide con la instauración de gobiernos militares (1876-1890) y la consagración de la estructura del Estado uruguayo, moderno y centralizado.

   José Pedro Varela, conocido como el “reformador de la Escuela Pública”, logró que el gobierno aprobara la Ley de Educación Común. En ella se incorporan los tres principios sobre los que a partir de ese momento se asentó la enseñanza pública en el país: educación laica, gratuita y obligatoria. Ellos constituyeron las raíces no sólo de una sociedad moderna, sino esencialmente democrática, que alcanza a la actualidad.
Además de los cambios en la enseñanza primaria, en la Universidad también se llevaron a cabo adelante varias transformaciones. 

 



    Bibliografía: 



  •      Nahum Benjamín “Manual de Historia del Uruguay” Tomo 1: 1830-1903. Ediciones de la Banda Oriental. Montevideo, Uruguay. 2002
  •           Méndez Vives Enrique “Historia uruguaya 7. El Uruguay de la modernización 187-1906.” 


 Integrantes:

 carlos Rodríguez - Maximiliano Scharf - Lucas González
 3ro B 
 Instituto de Formación Docente "Elia Caputi de Corbacho"

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