lunes, 28 de octubre de 2013

La educación en tiempos de Artigas y los ideales del procer

ARTIGAS

José Gervasio Artigas nació en Montevideo el 19 de junio de 1764. Sus padres fueron Don Martín José Artigas y Doña Francisca Antonia Arnal. Su abuelo paterno, Juan Antonio, figuró entre los primeros pobladores de Montevideo. El pequeño José fue el tercer hijo de los seis que tuvieron sus padres. En la ciudad, el hogar familiar se ubicaba en la intersección de las actuales calles Cerrito y Colón en la ciudad vieja. Después de estudiar en el colegio franciscano de San Bernardino, se dedicó a las tareas rurales en las estancias de su padre.
En 1791 nació su primer hijo, Manuel, fruto de su unión con Isabel Sánchez. En este período tuvo contacto con indios, paisanos, gauchos y otros pobladores de la campaña a la vez que adquirió conocimientos sobre gran parte de la geografía de la Banda Oriental.
En 1797 ingresó como soldado de caballería en el regimiento de Blandengues, creado para combatir el robo de ganado y el contrabando en la Banda Oriental y proteger la frontera con el Brasil. En 1805, debió retirarse del ejército con el grado de oficial por razones de salud y se casó con su prima Rosalía Rafaela Villagrán. Con ella tendrá tres hijos: José María, Francisca y Petronila. Las niñas morirán a los pocos meses de nacer, lo que finalmente provocará la demencia de Rafaela.
Durante las invasiones inglesas, entre los años 1806 y 1807, Artigas participó activamente en la defensa de Montevideo y la reconquista de la capital del virreinato, Buenos Aires.
En febrero de 1811, se incorporó al movimiento revolucionario poniéndose a disposición de  la junta de Buenos Aires.

La ocupación portuguesa de la Provincia Oriental iniciada en 1816, la continua lucha contra Buenos Aires y el alejamiento de los caudillos del litoral argentino provocó que Artigas se viera obligado a refugiarse en Paraguay en 1820. Derrotado militarmente, pero no en cuanto a sus ideas y su ejemplo de vida. Murió en las proximidades de Asunción el 23 de setiembre de 1850.


CONTEXTO HISTÓRICO
SOCIEDAD Y EL HOMBRE DE LA ÉPOCA
EL HOMBRE QUE SE QUIERE FORMAR


LA CULTURA BÁRBARA:
1830-1960-1990
Los grandes controladores sociales del siglo XIX en la cultura occidental fueron el ejército y la policía, el maestro, el cura, el patrón y el padre de familia. todos ellos podían participar de ambas formas de poder, pero, un tanto obviamente, el ejercito  la policía(sobre todo esta) tienen la función específica de “castigar el cuerpo” si no se obedecía, y maestros , curas, patrones y padres de familia usaban como método fundamental la represión del alma, el convencimiento de que las conductas “indisciplinadas” se debían a culpas de errores a corregir por los mismos protagonistas de el “error”: los niños, la mujer, los delincuentes, las “perezosas” clases populares.
La única diferencia con los hombre de la “civilización” es que aquellos le atribuyen a la escuela el rol principal en la internalización de la obediencia, y los reformadores “bárbaros” creyeron, en cambio, más en el papel de la religión. Pero sobre las esencias, que másvalía reprimir el alma que castigar el cuerpo, el acuerdo entre unos y otros fue total.
Para José Pedro Varela, el creador de la escuela disciplinadora del niño (un bárbaro etario) y la población rural (el gaucho era un “bárbaro” cultural) la civilización de esas dos “barbaries” (tan sagazmente emparentadas) era esencial si se deseaba la “regeneración” del país. En 1877 escribió que el gaucho vivía “la libertad salvaje, la libertad que no refrena ni las malas costumbre ni los vicios y que hace que el hombre se aproxime más y más hacia la esfera del animal”. El mal del gaucho era “el horror al trabajo”, “la ociosidad” en la que “los gauchos pasaban su vida”, es fuente de todos los vicios y de todos los males”. De ahí el “atraso”económico del país, sus guerras civiles endémicas, pues políticamente consideradas, los gauchos son elementos disolventes”. Solo la educación haría del gaucho y del niño, de esos elementos ociosos y bárbaros, ciudadanos trabajadores y pacíficos “civilizados”.
El terror al ocio, a la sexualidad, al juego; el engrosamiento del trabajo, del ahorro, maestros, he ahí la colección de miedos y valores que curas, maestros, médicos, padres de familia y dirigentes políticos esgrimieron contra el niño, el adolescentes, el joven, la mujer y las clases populares, los principales destinatarios de esta “reforma moral”. Porque la “moralidad”, lo veremos, lo invalidó todo, hasta las que se creían alejadas esferas del “orden en la casa” y la “higiene personal”
los estancieros desde la revista de su gremio, los maestros desde los libros de lectura y las aulas, los médicos desde sus consultorios, los curas desde confesionarios y pupitres, los padres de familia desde las cabeceras de almuerzos y cenas, los políticos desde los editoriales de los diarios o el parlamento, los oficiales del ejército desde sus regimientos y los jefes de policía desde sus edictos, todas las autoridades de aquella sociedad, entonces, comenzaron a predicar en estos años en torno a nuevos dioses y diablos con énfasis no igualado en el pasado por la unanimidad y cuantía de la insistencia, y la novedad de las unas propuestas éticas. trabajo, ahorro,disciplina,puntualidad, orden y salud e higiene del cuerpo fueron dedicados a la vez que diabolizados el ocio, el lujo, el juego, la suciedad y la casi ingobernable sexualidad.
El niño fue objeto de una particular atención por su naturaleza “bárbara” primero, y luego porque si se logra inculcar en él el control del cuerpo, se obtendría un adulto disciplinado y respetuoso. Lo esencial era predisponer al estudio y limitar su esencia lúdica, su predisposición corporal al juego.

EL ENTORNO:
Naturaleza sin límites: La naturaleza dominaba al hombre, desorden en la campaña, inseguridad. Perros cimarrones volvían  difíciles los desplazamientos del hombre.
Demografía en excesos:Existía una alta natalidad y además mortalidad, la mitad de las defunciones eran niños.
El valor más importante de la mujer era la fecundidad.
Se festejaba la muerte.
La vagancia era el único empleo, debido al bajo costo de vida, el ocio reinaba.
El Uruguay de 1800 a 1860 no tenía casi puentes, ni un solo kilómetro de vías férreas.
Las noches eran invencibles, las velas alumbran poco y el gas recién se instala en 1856. El calor y el frío eran ingobernables. El ojo contemplaba muy pocas cosas que se debieran al hombre. Eran también numerosos los animales salvajes, al grado de que el litoral del Río Uruguay fue calificado en 1859 por el marino norteamericano, como “la mejor región de caza que haya visto nunca”.
Los perros cimarrones volvían difíciles los desplazamientos del hombre y azarosa la vida del ganada menor.
“Una demografía sin excesos”:
Los anuncios estadísticos asignaban al primer año cuya tasa de natalidad, que se conoce con precisión para todo el país en 1880, se daba un 50 mil de nacimientos. Existía mucha mortalidad, la mitad de los muertos eran niños, era normal en esa cultura, la causa de la defunciones eran por enfermedades infecto-contagiosas.

“Economía y sociedad: la libertad física de los de abajo”:
La abundancia de carne, el principal alimento, se baratura en la capital, sin ningún valor de cambio en el medio rural, facilitaban la vida de los sectores populares, no los forzaban, como en otras partes del mundo, a cumplir con la maldición bíblica, que suena tanto a patronal: trabajar para comer.
Los sectores dominantes, sin gran dominación a los sectores populares, la vagancia era su único empleo, probabilidades reales ante la baratura de la carne, las escasas necesidades que sentía la población rural.

 LUCHA EN DOS FRENTES

El Protector no se mostró dispuesto en ningún momento a dejar en segundo plano sus diferencias con Buenos Aires, con el objetivo de lograr el apoyo en toda la nación en aquella comprometida coyuntura. Planeó la resistencia en dos frentes: el combate directo contra los invasores, que se realizaría tratando de invadir territorio brasileño y de trasladar los efectos de la guerra a campo enemigo, y la acción de los caudillos federales del litoral, a través de la cual pretendía conseguir el derrocamiento del gobierno centralista, la asunción del federalismo por todo el territorio y la subsiguiente declaración de guerra a Portugal. Extrañamente, no parece haber pensado en su apoyo directo de la Liga a su lucha por la supervivencia; tal vez porque lo consideró imposible de obtener.

PANORAMA POLÍTICO

El reglamento provisorio de la provincia Oriental para el fomento de la campaña y la seguridad de sus hacendados, más conocido como el reglamento de tierras, creado el 10 de setiembre de 1815.
Tiene tres objetivos principales ellos son político, social y económico.
Objetivo político:Premiar a los revolucionarios orientales y castigar a los enemigos de la revolución; a modo de agradecimiento Artigas le regala tierras a sus seguidores, como expresó “lo más infelices serán los más privilegiados”. El castigar a los enemigos de la revolución, consiste en quitarles tierras a quienes se opusieron a él, quienes la mayoría eran los grandes latifundistas.
Objetivo económico:Uno de ellos es la recuperación de la ganadería a través de la prohibición de arrear ganado al Brasil, y de la prohibición de la matanza del hembraje.
Y el otro: ordenamiento de la campaña, por remisión de receptores al cuartel de purificación, exigencia de papeletas de trabajo a los peones, aprehensión de vagos y por último la creación de la policía rural.
Objetivo social:Fomentar los hábitos de trabajo, crear una clase media rural, sedimentando al gaucho-poblando, remediando así las injusticias sociales.

APLICACIÓN DEL REGLAMENTO, SEGÚN NAHUM Y BARRAN:
Según Isidoro de María, la gente no fue a solicitar tierras, por un obstáculo natural (gaucho nómade) y por la inseguridad que presentaba la campaña. Esta escasez documental no existiría de haberse producido numerosas solicitudes. Hay en cambio una extrema abundancia documental que prueba la eficacia con el que el reglamento se aplicó en lo que significa la confiscación de las propiedades enemigas. Unas de las opiniones más típicas de la clase pudiente es la de Dámaso A. Larrañaga y José Reymundo Guerra en sus apuntes históricos. Que critica la aprobación del cabildo al Reglamento que se dejaba a discreción de los comandantes o alcaldes principales el reparto de las tierras. Critican también la repartición de tierras sin la presencia de un agrimensor.
Y sobre todo quedaba en piel el inconveniente de las sucesiones, pues llegando el caso de dividirse en suerte de estancia  entre cuatro o seis hijos, no quedaba espacios proporcionando ni linderos fijos, de que surge ser máscómoda la venta, y que los pudientes vuelvan acumular grandes tierras en pocas años.
Esta crítica al reglamento, muestra el temor a los grandes estancieros frente a la violación radical del derecho de propiedad que él mismo suponía.
Se presenta una crítica interna vemos como Larrañaga y Guerra exageran la necesidad de capital inicial en nuestras explotaciones ganaderas de comienzo del siglo XIX. Cabe considerar como mucho más objetivo la observación de que, al no imponer la subdivisión de la suerte asignada entre los herederos, el reglamento provisorio a lo largo, producía minifundios improductivos.

IDEARIO POLITICO:
Las instrucciones del año XIII:
Son 20 recomendaciones que sintetizan el pensamiento político de Artigas. Se basan en tres ideas principales:
·         Independencia de los territorios del río de la plata.
·         Régimen del gobierno republicano.
·         Confederación de las provincias bajo un gobierno supremo.
En la primera instrucción se pide que se declare la independencia de las provincias unidas del río de la plata con respecto a la corona española de la que habían dependido hasta el momento.
En la segunda se establece que después de la independencia, las provincias unidas debían organizarse en una confederación de estados independientes, unidos entre sí, por vínculos de amistad.
Estos Estados deberían estar todos en un mismo plan de igualdad, cada uno con su gobierno, sin que ninguno pudiera prevalecer sobre los demás, luego se vincularon entre sí a través de un gobierno común, sin que ninguno pudiera prevalecer sobre los demás, luego se vinculan entre sí a través de un gobierno común.
La cuarta instrucción pedía establecer un gobierno supremo de la Nación que atendería todos los asuntos de orden general y establecer además, gobiernos provinciales que se encargarán de la administración de cada provincia, en esta instrucción aparece la idea de que cada provincia fuera un estado independiente y estuvieran todos unidos por un gobierno supremo.

LA REVOLUCIÓN ORIENTAL Y SUS INSTRUMENTOS EDUCATIVOS

Era necesario cambiar los hábitos y estructuras mentales de los hombres, si la nueva organización institucional quería perdurar. Para establecer definitivamente el nuevo sistema, el imprescindible formar al hombre nuevo. Esta tarea fue el imperativo de la revolución. Sentía como necesidad por el Caudillo, constituyó una constante preocupación realizarla.
Son dos, fundamentalmente, los instrumentos manejados a través del proceso revolucionario para formar al hombre nuevo: la compulsión y la persuasión.

INSTITUCIONES POLÍTICAS QUE GENERAN VALORES FORMATIVOS
Los magistrados: dentro del pensamiento de Caudillo, la moral cívica (virtud), se adquiere mediante la participación activa de los ciudadanos en los mecanismos políticos de la comunidad; es indispensable el conocimiento positivo de los deberes y derechos de cada uno, y su correspondiente ejercicio. Pero en ese proceso de formación de la conciencia política de los ciudadanos, tiene un papel doblemente fundamental que el hombre en quien ha depositado su confianza la revolución y la masa popular, al elegirlo para desempeñar en su nombre una determinada función.
Congresos y cabildos: el pueblo en el pleno goce de sus derechos, es el responsable de su destino; por esta razón los Congresos constituyen el organismo político básico donde se ha de discutir la suerte de los habitantes de la provincia. Los Congresos Orientales, constituye en un foro de inagotables posibilidades en la formación moral y política del hombre nuevo. Es indudable su intención educativa, cuando Artigas expresa, refiriéndose a la participación de los ciudadanos a las funciones concejiles: “Entretanto es preciso ir templando la cosa, e interesando en la causa pública a todos, porque de lo contrario siempre viviríamos incierto de nuestra suerte”.

INSTITUCIONES ECONÓMICAS, CULTURALES Y RELIGIOSAS; SU PODER FORMATIVO
El trabajo: Artigas atribuye una importancia decisiva el trabajo, como medio seguro de levantar la estructura económica de la Provincia y por ese camino hacer efectiva la “pública felicidad”. Las tareas agrícolas ganaderas, constituyen además de una oportunidad económica para el nuevo estado, una posibilidad de disciplinar al hombre fijándola suelo.
La injusticia social se reparaba a medias en el trámite de dar a cada uno la “suerte de estancia”, ese donativo constituía el medio de la oportunidad de rehabilitar al hombre y permitirle la formación y expresión de una personalidad integra a través del dominio inteligente de la naturaleza cimarrona.
Debe al trabajo como vehículo de moralización o “purificación” del sujeto descarriado o asocial.
La religión: Los sacerdotes jugaron un importante papel, en la Banda Oriental como propagandistas del dogma de Mayo. “Para que en los púlpitos y confesionarios convenzan de la legitimidad de nuestra causa, animen a su adhesión y con influjo penetren a los hombres del más alto entusiasmo por sostener su libertad”.
La poesía: La poesía y el mito han sido siempre un factor positivo fundamental en la formación de lo que podríamos llamar: espíritu colectivo de un pueblo. La Revolución Oriental encontró en la poesía un instrumento eficaz para la difusión y propaganda de sus ideales y realización y en Bartolomé Hidalgo (primer poeta nacional) un inteligente creador que interpretó. Él, inaugurar el “estilo gauchesco”, en la poesía del Río de la Plata, obedeciendo fundamentalmente a una necesidad de militancia política: era necesario llegar con las ideas de la Revolución hasta la masa popular analfabeta.
La prensa: La Revolución acusó la necesidad de contar con un órgano periodístico de propaganda y difusión, que permitiera mantener informados a los ciudadanos de los logros del movimiento, contrarrestando de esta forma las tramas de falsedades que sobre el “sistema” tejían sus adversarios.

INSTITUCIONES ESPECÍFICAMENTE EDUCATIVAS
En el terreno del estrictamente educativo, las realizaciones de la Revolución se concentran en tres instituciones fundamentales:
·         La Escuela de Primeras Letras o “Escuela de la Patria”
·         La Primera Biblioteca Pública y
·         La Cátedra de Gramática castellana y Latina.
Estas instituciones no son el resultado del de una improvisación más o menos feliz, impuesta por las circunstancias, sus raíces se insertan con coherencia en la intención planificadora de la  estructura institucional de la Provincia, alentada por el Caudillo, con el fin de asegurar la “pública felicidad” sobre los pilares de “Libertad, igualdad y seguridad “.
La enseñanza elemental, lo que después serán postulados de la Reforma Valeriana: gratuidad, universalidad y obligatoriedad, tienen su origen en el “Proyecto de Constitución para la Provincia Oriental del Uruguay”.
La escuela de primeras letras: En los pueblos del interior de la Banda, la enseñanza elemental, cuando la hubo, estuvo a cargo de los sacerdotes y no significó más que un complemento de la enseñanza de la doctrina cristiana. La nueva idea era de instruir a los niños en qué verdaderamente es un hombre libre y los fundamente en los principios de la libertad, como igualmente aquellas cosas que se precisan para formar un completo ciudadano.

LAS “ESCUELAS DE LA PATRIA”
Con la expulsión definitiva del ejército español de nuestro territorio (a consecuencia del sitio de Montevideo) se clausura en Octubre de 1812 la escuela que el Cabildo había establecido en 1809. Recién tres años después esta escuela volverá a abrir sus puertas, pero ahora ya bajo el contralor del gobierno artiguista. El preceptor de esta escuela será Manuel Pagola que la mantendrá dentro de los parámetros educacionales anteriores, aunque algo mitigadas las practicas disciplinarias y eliminada la discriminación racial antes existente. Pocos meses después, sin embargo, a instancias de Artigas, es separado de su cargo dicho preceptor debido a que profesaba ideas contrarias al nuevo régimen. En su lugar fue designado el padre José Benito Lamas “hasta que pueda practicarse el esencial requisito de la oposición, prevenido para este caso, el que en la actualidad no ha sido posible allanarse; atendida la existencia de un negocio de la primera importancia, publico”.

ESCUELAS DE ENSEÑANZA MEDIA
Funcionaba (alrededor de 1819) además una academia de dibujo a cargo de Luis Saporitti, un aula de ciencia matemática cuyo profesor era el Cap. De Artillería Marcelino Basconzelos. Por otra parte, un sacerdote y periodista Camilo Henriques propuso al Cabildo la creación de una “Academia de educación útil para todas las profesiones  que con el tiempo haya de dedicarse la juventud”, la cual recibirá niños mayores de 12 años, e impartirá cursos de: idioma castellano, dos idiomas extranjeros,  lógica, elementos de matemática pura y dibujo. Una comisión del Cabildo integrada por Larrañaga, Nicolás Herrera, Juan Larrea y Prudencio Murguiondo, pide que dicho programa sea ampliado, pero su proponente se retira a Buenos Aires, quedando el intento frustrado.

ARTIGAS EDUCADOR

Artigas fue incuestionablemente un educador, en múltiples sentidos, entre otros, porque se preocupó por la educación, especialmente de los humildes; porque creó una conciencia cívica nacional; porque influyó sobre lo hombres que estructuraron las formas de educación superior en ambas márgenes del Plata.
El interés de Artigas por la educación queda de manifiesto, entre otros aspectos, en la carta que envió desde la Purificación al Cabildo de Montevideo, el 10 de setiembre de 1815, pidiendo instrumental didáctico “para atender la enseñanza de estos jóvenes, y fundar una escuela de primeras letras en esta nueva población”, También, en severo juzgamiento de quien consideraba desde las aulas contra las bases del sistema, según surge del expediente relativo al preceptor Manuela Pagola, de fecha 9 de octubre de 1815 (porque “los jóvenes deben recibir un influjo favorable en su educación, para que sean virtuosos y útiles a su país (y) no podrán recibir esta bella disposición de un maestro enemigo de nuestro sistema”).
En la misma orientación formativa se inscriben las inquietudes de Artigas por tener un instrumento para la difusión del ideario de la revolución. El 3 de agosto del mismo año, dispone poner en “ejercicio” la imprenta, ahora en poder de los orientales.
La frustración no se hizo esperar: no se consiguieron periodistas.
Y así lo expresa: “Todo me demuestra la poca decisión y la falta de espíritu público que observó en ese pueblo. Yo deposite en ese Cabildo esta confianza, ansiosa de verla desempeñada y una frialdad degradante ha ocupado el asiento de las revoluciones”
Siempre tuvo claro su papel de educador: “estamos para formar hombres”, le escribe al Cabildo el 22 de junio de 1816.  En cuanto al tema de la educación es incuestionable la coherencia entre sus dichos y sus acciones. En algunos de sus escritos, deja en evidencia el pensamiento sobre la cultura:
·         “Enseñamos a los paisanos a ser virtuosos” (Al cabildo de Montevideo, 8/8/1815).
·         “Formemos ciudadanos capaces de honrar el decoro de un Gobierno que, siendo justo en sus principios, debe igualmente serlo en sus resultados” (Al cabildo de Montevideo, 24/5/1816).
·         “Sean los orientales tan ilustrados como valiente” (Santo y seña del Ejército, 30/5/1816).
·         “Creo que concederle (al maestro) la gracia de que tenga (alumnos) quiera, se facilita la enseñanza de los jóvenes y que los padres de familia tengan ese recurso para el adelantamiento de sus hijos”. (Al cabildo de Montevideo, 22/6/1816).
Artigas creo una conciencia cívica nacional, por la gravitación poderosa y honda, por el influjo perdurable por su ideario, su conducta y su obra. Según lo afirma Eduardo Acevedo, la figura de Artigas está rodeada de cinco aureolas: la del republicano, la de defensor de la soberanía popular, la del promotor del federalismo, la del organizador de los pueblos autónomos contra las tutelas extranjeras y finalmente la del “portaestandarte de las ideas de humanidad y de respeto a todos los derechos, cuando la bandera de sangre y de violencia recorría triunfante y sin barreras el vasto escenario americano”.
Estas aureolas constituyen un rico contenido ideológico que sirvió de ejemplo y educo.
Y en los principios que emergen de las instrucciones del 5 de abril de 1813, en las normas sobre las aduanas, y en el reglamento de 10 de setiembre de 1815, “para fomento de la campaña y seguridad de sus hacendados”, como se titulaba, queda configurado un pensamiento rector en cuanto a la economía y las libertades de comercio, de puertos, de descentralización, aduanera y la libre navegación de los ríos, lo que en definitiva impulso y labro.
Artigas tuvo, por otra parte, estrecha interrelación con los intelectuales y los personajes políticos que organizaron los estudios superiores en ambas márgenes del Plata.
Si las Instrucciones del año XIII, son el primer documento de literatura jurídica uruguaya, la correspondencia con el Cabildo es el primer conjunto de piezas imperecederas de literatura administrativa uruguaya. Hacemos referencia al estilo literario de Artigas.
La figura del sacerdote Dámaso Antonio Larrañaga está íntimamente vinculada a la revolución artiguista. Se trata de un sabio, al que Arturo Ardao le atribuye el mérito de haber sido fundador de la geología, la mineralogía, la meteorología, la botánica, la zoología, la paleontología, la lingüística, la etnografía y la historiografía nacionales.
Larrañaga presentó en 1815 ante el Cabildo “Gobernador” de Montevideo, la iniciativa de formar una biblioteca pública. El Cabildo dio traslado a Artigas para obtener su autorización  y éste respondió desde Paysandú el 12 de agosto de dicho año, que “jamás dejaría de poner el sello de mi aprobación a cualquier obra que en su objeto llevase esculpido el título de pública felicidad”. Y agregaba: “Conozco las ventajas de una Biblioteca Pública y espero que V.S cooperará con su esfuerzo e influjo a perfeccionarla”. En el mismo oficio Artigas dispuso que, habiendo tenido noticia de que el cura Ortiz (fallecido) había destinado su biblioteca particular para el Cabildo de Buenos Aires, se “aplicara” por orden suya a la de Montevideo.
Designado Larrañaga como Director de la Biblioteca a inaugurarse, procedió de inmediato al “arreglo de millares de libros”, como la expresará él mismo al Cabildo. La Biblioteca se fundó oficialmente el 26 de mayo de 1816, y pasó a funcionar en la sede del Fuerte (hoy plaza Zabala), hasta el 10 de abril de 1817, fecha en la que, por ser necesario el espacio que ocupaba para el alojamiento de las nuevas autoridades portuguesas a las que se había entregado la Plaza, pasó,  con las formalidades de estilo (depositario, veedor, etc) al local que fuera vivienda del Padre Pérez Castellano, donde ya se encontraba la Imprenta del Estado.
En 1815 Artigas pidió al Vicariato Capitular de Buenos Aires (autoridad que sustituía al Obispo Lué y Riega, que había fallecido en 1812 y cuyo cargo estaba aún vacante), que concediera facultades extraordinarias al padre Larrañaga, entonces cura de la Matriz. Larrañaga pasó a ser Subdelegado de toda la Provincia, incrementándose de ese modo la descentralización de  este territorio.
Corría el año 1913. En el Archivo Histórico Nacional de Madrid donde se encontraba escudriñado papeles envejecidos, el investigador brasileño Pedro Santo Maior quizás no percibió de inmediato y en su exacta medida la relevancia de su hallazgo: había encontrado, en una caja correspondiente a la Sección Estado, Legajo 5843, año 1815, nada menos que dos proyectos constitucionales artiguistas, uno para la “Provincia Oriental del Uruguay” y otro para las provincias federadas. Nadie había advertido su existencia durante 100 años.
Ambos documentos, redactados con fin técnica, resumen muy cabalmente el ideario de Artigas. ¿Cómo había ido a parar España documentos de tanta importancia para nuestro país que, paradojalmente, eran hasta entonces desconocidos con él? Fue Andrés Villalba, Encargado de Negocios de España en Río de Janeiro, quien en 1815, había enviado esos manuscritos a la Corona española, por la vía confidencial de estilo, junto con una bandera artiguista.
Centremos nuestro enfoque en el proyecto de Constitución provincial. Se ha dicho que tuvo el mérito de haber sido el primero que se redactó en la Plata, abriendo en consecuencia el fecundo camino que habrían de seguir después las demás provincias. Los pueblos cuyos delegados pronunciarse sobre ese proyecto eran Canelones, Piedras, Pando, Minas, Maldonado, San Carlos, Rocha, Santa Teresa, Santa Lucía, Pintado, San José, el Escolla, Colonia, Espinillo, Vivoras, Santo Domingo Soriano, Mercedes, Porongos, Paysandú, Cerro Largo y Belén.
Es en el proyecto provincial donde aparecen las dos disposiciones sobre educación. El primero trata sobre educación primaria. El segundo se refiere a la educación media y superior.

CONSTITUCIÓN ARTIGUISTA (Artículo1º, capítulo 3º)

“Como la felicidad [y] prosperidad de un pueblo y el buen orden y la preservación del gobierno civil dependen esencialmente de la piedad, religión y moralidad; por tanto, para promover su felicidad y para asegurar el buen orden y preservación de su gobierno, el pueblo de esta provincia (tiene derecho para) conferir a su legislatura el poder de requerir y autoridad, y la legislatura autorizará y requerirá de tiempo en tiempo a las diversas ciudades , curatos, distritos y otros cuerpos políticos, para hacer a sus expensas los establecimientos públicos de escuelas para enseñanza de los niños y su educación; de suerte que se tendrá por ley fundamental y esencial, que todos los habitantes nacidos en esta provincia precisamente han de saber leer y escribir; pues deberá ser uno de los cargos más fuertes que se le haga a  al Juez Anunciador (Primer Tribunal de Justicia) en la falta de no obligar a un habitante propietario de su departamento en poner a sus hijos en la escuela antes de darles otro giro, a fin de que logren la enseñanza de los derechos del hombre, y de que se instruyan en el pacto social por el cual todo el pueblo estipula con cada ciudadano, y cada ciudadano con todo el pueblo”
Para entender la índole de las innovaciones que introdujo el pensamiento artiguista en el artículo citado, se hace necesario comparar su texto con el de su fuente inspiradora: la Constitución de Massachusetts.
Las entidades destinadas cuyo celo para fundar escuelas deberá incentivar la legislatura son de naturaleza eclesiástica.
Las escuelas a fundarse deberán ser solventadas por los propios órganos vecinales. He aquí dos aspectos a subrayar. Primero la administración central (provincial) se desentiende del gasto atinente de la enseñanza primaria, descentralizando su función (así como en el régimen vigente en Massachusetts se descentralizaba el sostenimiento de los templos y pastores protestantes). En segundo lugar, el gasto educacional no lo pagan los interesados, sino las autoridades locales. Aquí aparece, por primera vez en una norma general, diáfano e indudable, el principio de gratuidad de la enseñanza pública.
Establece la distinción, técnicamente inobjetable, entre “la enseñanza de los niños y su educación”. Los “establecimientos públicos de escuelas” a fundarse no cumplirán la finalidad perseguida con una sola operatividad externa del docente (enseñar, de latín mostrar, señalar, indicar), sino que requieren un efecto un resultado en la interioridad biopsíquica del niño: su educación.
En el párrafo siguiente resalta una referencia inequívoca al principio medular de la obligatoriedad de la escuela primaria. Plantear rico, vigoroso y enérgico, como el que surge de una firme convicción. Indudablemente estamos frente a la expresión matriz del principio obligatoriedad en estos territorios. Nunca se habían encarado de forma tan categórica y abarcadora; ni se había formulado jurídicamente en un conjunto normativo coherente y sistemático. Menos aún a nivel de una norma jerárquicamente superior como lo es una carta constitucional, poniendo el principio a salvo ante cualesquiera contingencias políticas y dejándolo resguardado respecto de las mayorías ocasionales de las asambleas.
Pero sobretodo debe destacarse un aspecto original: el viraje insólito, y giro inesperado con respecto al modelo norteamericano curso enunciado venía copiando. En lugar de templo, escuelas y en lugar de pastores protestantes, maestros. En lugar de imponer una religión implantó una educación. Admirable independencia de criterio: no hubo imitación servil de un texto que seducía por su prestigio. El constituyente artiguista superó esa sugestión, traspasando el sobresaliente mérito de la fuente inspiradora, con el impulso vigoroso de su creatividad.
Con una fuerte preocupación autonomista declara “principio fundamental y esencial” que todos al queso que las han nacido “en la provincia precisamente han de saber leer y escribir”. El constituyente oriental trasunta una temprana y explicable desconfianza hacia el gobierno de Buenos Aires.
Consagra una curiosa y muy técnicamente elaborada “cláusula de garantía”, destinada a hacer cumplir efectivamente el principio de obligatoriedad. El Juez Anunciador debía soportar la inmensa responsabilidad, bajo la pena de imputársele una grave falta (“uno de los cargos más fuertes”), de hacer cumplir en el terreno de los hechos la norma genérica de la obligatoriedad de la educación primaria.
La obligación de enviar sus hijos a la escuela, de la que son titulares los padres, es previa el cumplimiento de cualquier cometido o servicio desarrollar o ejercer por aquellos a la comunidad. Ello impone que en concepto del constituyente, el proceso de la educación es prioritario y debería llevarse a cabo con antelación al intereso por parte del niño en cualquier situación de carácter laboral (“antes de darle otro giro”).
Hay una neta prevalencia de la educación cívico-republicana por sobre cualquier otro contenido educativo, salvo claro está, los derechos humanos y la organización de los mecanismos sociopolítico que hacen posible la convivencia. Los derechos del hombre a que aludían los textos más avanzados de la época, era lo que hoy llamaríamos “derechos de primera generación”.


REFLEXIÓN


De la mano del liderazgo caudillista de Artigas, y en el marco del prolifero año 1815, donde imperó la perspectiva evangélica de que "los más infelices sean los más privilegiados", asomó en el horizonte la radical fundación de una "Escuela de la Patria" en pleno campamento de Purificación y bajo la dirección del sacerdote oriental José Benito Lamas. El acontecimiento se inscribe en el impactante lapso en que la Provincia Oriental adquiere su condición de autonomía y en su enfrentamiento con el gobierno de Buenos Aires de la época, pareciera como si estuviera en el ejercicio pleno de su independencia. 
Teniendo en cuenta los hechos relatados, concluimos que nuestro prócer, del que todos destacamos su ideario político o económico, merece que se tengan en cuenta sus ideales respecto a ala educación, fue quien planteó las ideas primitivas de la escuela que más tarde llevara a cabo José Pedro Varela.

Compartimos un video sobre nuestro prócer José Gervasio Artigas

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

- Reyes Abadie, W. "Crónica General de la Banda Oriental", Ediciones de la Banda Oriental, Tomo II, 1980.
- Reyes Abadie, W. "Artigas y el federalismo en el Río de la Plata", Ediciones de la Banda Oriental y La República, 1998.
- Oscar Martínez. "Trabajo de profesores y estudiantes" del Instituto de Formación Docente de San José.
- Lincoln R. Maiztegui. "Caudillos", Editorial Planeta, 2012.
- Bralich Jorge. "Una historia de la educación en el Uruguay", Editorial Fundación de Cultura Universitaria, 1996.
- Palomeque, Agapo luis, Mena Segarra, Enrique. "Historia de la educación uruguaya", Ediciones De la Plaza, 2012.
- Barran, José Pedro. "Historia de la sensibilidad", Ediciones de la Banda Oriental, 2011


Autoras:

Pamela Sánchez
Fiorela Cháves
Sabina Bentancor

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